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Historia

No hay muchas fuentes documentales que hablen del primigenio puente de época romana, por lo que hay que situarse ya en el Medievo para referirse a la imagen más parecida a la que hoy conocemos. Así, en 1227 el Papa Honorio III concedía 20 días de indulgencia a cuantos ayudasen con limosnas y subsidios para acabar la obra del puente, dado que era habitual el mal estado del puente ocasionado por las continuas crecidas del río Tajo. 

 

Ya en el Siglo XV, donde se volvía a acusar su estado ruinoso, la villa de Talavera llega a un acuerdo con el Concejo de la Mesta, que era uno de los usuarios más frecuentes del puente, para que se realice una nueva restauración.

 

Es en 1483 cuando se sabe que fray Pedro de los Molinos, fraile jerónimo de Santa Catalina de Talavera y arquitecto notable de la época, dirige la reconstrucción del puente por iniciativa del Arzobispo de Toledo, D. Pedro González de Mendoza; de éste apenas quedan los primeros arcos inmediatos a las murallas, hasta el número cinco, llamado Arco de las Armas, y algunos cimientos de otros destruidos por las crecidas y sobre los que se levantaron los actuales de ladrillo, y unos tramos de madera en la margen izquierda que en 1908 fueron sustituidos por otros de hierro. Probablemente sea en el siglo XV el momento en el que se decide cambiar la dirección del mismo pasado su primer tercio desde su margen derecha en lugar de seguir el recorrido de las pilas romanas para suavizar las acometidas del río y/o para acceder a los molinos que los jerónimos poseían en la isla.

Descripción

Es un puente angosto y torcido que sorprende por su longitud interminable.

 

Sus arcos, que no presentan ningún tipo de uniformidad, presentan una totalidad de 36 vanos, repartiéndose de la siguiente manera: los 31 primeros estriban sobre gruesos pilares y los 5 restantes lo constituyen tramos de hierro.

 

Los cuatro primeros arcos más próximos al núcleo urbano, construidos en tiempo del cardenal Mendoza son de piedra y forman ángulo con la línea de los restantes que son de ladrillo, menos los cinco últimos, destruidos en la invasión francesa, arreglados provisionalmente en madera y definitivamente en hierro.

A lo largo de la historia han sido continuos los arreglos a los que se ha sometido a este puente, por lo que muchos le han llamado “ el puente de los remiendos”. La última gran actuación se hizo en el año 2002.

 

Dado que ha marcado el paisaje de Talavera a lo largo de los siglos, muchos han sido los que le han alabado y recurrido a su melancólica imagen, así lo hizo Angel Ballesteros Gallardo en su libro “Talavera de la Reina”:

Roma un día hizo camino

Y en Talavera, Roma se hizo puente sobre el Tajo.

Puente Viejo le dicen:

“puente de los remiendos” es su apellido.

Roma le dio los pies, el Medievo le dio almena y ladrillo,

y nuestra firma y presencia, tiempos actuales,

le ha dado alquitrán, madera y hierro (…).

Ángel Ballesteros Gallardo

Puente Medieval (Puente Viejo)
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